Fructosa y grasas trans: elija su veneno
Aunque a través de mecanismos diferentes, la fructosa y las grasas trans son sustancias que se han relacionado con la obesidad y sus estados patológicos conexos. El conocimiento de los posibles efectos negativos de estos 2 productos que se encuentran comúnmente en nuestra dieta americana es fundamental para su salud metabólica.

La fructosa: Qué es y qué hace
La fructosa es un tipo de azúcar presente de forma natural en la fruta y la miel, y también se utiliza habitualmente como edulcorante en alimentos y bebidas procesados. Cuando se consume en cantidades moderadas a partir de fuentes naturales como la fruta, la fructosa no suele ser perjudicial para la salud.
Sin embargo, el consumo excesivo de JMAF (jarabe de maíz de alta fructosa), que se encuentra con mayor frecuencia en las bebidas azucaradas y los aperitivos, se ha asociado fuertemente con su impacto en la salud metabólica cuando se consume con frecuencia.
Los estudios han demostrado que el consumo elevado de fructosa puede provocar resistencia a la insulina, cuando las células responden menos a la hormona insulina. En última instancia, esto puede contribuir al desarrollo de:
- Síndrome metabólico
- Diabetes de tipo 2
- Obesidad
Además, se ha demostrado que la fructosa aumenta los niveles de triglicéridos en la sangre, lo que conlleva un mayor riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares.
Por si estas numerosas preocupaciones no fueran suficientes, investigaciones recientes también han descubierto que la ingesta excesiva de JMAF a través de las bebidas carbonatadas está asociada a niveles bajos de testosterona sérica entre los hombres de 20 a 39 años.
Es interesante observar las pruebas contra el JMAF que se basan en la correlación. La industria alimentaria estadounidense aumentó el uso de JMAF en las bebidas carbonatadas y la prevalencia de la obesidad aumentó drásticamente casi al mismo tiempo, entre 1970 y 1980. Los investigadores observaron la asociación y empezaron a centrar los esfuerzos de investigación en el JMAF para poder advertir al público del riesgo de enfermedad metabólica.
Los daños de las grasas trans
Las grasas trans son un tipo de grasa insaturada que se produce artificialmente mediante el proceso de hidrogenación parcial. Las grasas trans se encuentran principalmente en alimentos muy procesados, como los fritos de los restaurantes y los productos de panadería, ya que realzan el sabor, la textura y la vida útil.
Las grasas trans, ampliamente estudiadas, son reconocidas universalmente como perjudiciales para nuestra salud. Se ha demostrado que el consumo de grasas trans aumenta los niveles de colesterol LDL (lipoproteínas de baja densidad), conocido comúnmente como colesterol «malo», mientras que disminuye los niveles de colesterol HDL (lipoproteínas de alta densidad), el colesterol «bueno». Estos efectos combinados aumentan significativamente el riesgo de desarrollar enfermedades cardiacas, una de las principales causas de muerte en todo el mundo.
Además, las grasas trans se han relacionado con los siguientes factores que contribuyen a las enfermedades cardiacas:
- Obesidad
- Inflamación
- Resistencia a la insulina
- Deterioro de la función arterial
En 2018, la Organización Mundial de la Salud pidió la prohibición total de las grasas trans por su posible relación con 500 millones de muertes prematuras al año en el mundo.
Fructosa o grasas trans: elija su veneno
Una vez esbozados los problemas de salud asociados a ambos productos, el solapamiento debería ser evidente: resistencia a la insulina, mala salud cardiovascular, obesidad, diabetes, etc.
Para responder a la pregunta de «¿Qué es peor, la grasa trans o la fructosa?». En realidad, ambos son perjudiciales para la salud.
La distinción clave es que la fructosa afecta a la salud metabólica principalmente a través de su impacto en el metabolismo de la glucosa y de los lípidos, mientras que las grasas trans influyen directamente en los niveles de colesterol y en la salud cardiovascular en general.
Fructosa y grasas trans: lo que comes es importante
En conclusión, tanto la fructosa como las grasas trans pueden tener efectos negativos sobre la salud, aunque a través de mecanismos diferentes. El consumo excesivo de fructosa puede provocar problemas metabólicos, resistencia a la insulina y un mayor riesgo de obesidad y diabetes de tipo 2. Las grasas trans, por su parte, se han relacionado inequívocamente con las cardiopatías y otros problemas cardiovasculares debido a su impacto en los niveles de colesterol y la función arterial.
La concienciación y la educación son las mejores formas de proteger y mejorar su salud.